¿Tu propia deuda está saldada?

 

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Por: Hno. Wilmer Andrés Vargas Mazo*
Postulante de la Congregación de San Basilio – Padres Basilianos
Estudiante de Licenciatura en Filosofía y Letras
Coordinador Semillero Disdaskalia

La mayoría de nosotros podemos comprender el sentimiento de “post Semana Santa”, el ánimo y el ímpetu con el que esperábamos el arribo de este tiempo que divide nuestro primer semestre del año y que nos cae como anillo al dedo para ponernos al día con todo, no es el mismo ahora. Debemos volver al trabajo, a la universidad, a la vida cotidiana, debemos volver a la vida misma. Sale a la luz una pregunta que, considero, debemos hacernos en medio de toda esta realidad de retorno a la vida cotidiana: ¿fue la Semana Santa un tiempo para ponerme al día conmigo mismo?

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Por: Hno. Wilmer Andrés Vargas Mazo*
Postulante de la Congregación de San Basilio – Padres Basilianos
Estudiante de Licenciatura en Filosofía y Letras
Coordinador Semillero Disdaskalia

La mayoría de nosotros podemos comprender el sentimiento de “post Semana Santa”, el ánimo y el ímpetu con el que esperábamos el arribo de este tiempo que divide nuestro primer semestre del año y que nos cae como anillo al dedo para ponernos al día con todo, no es el mismo ahora. Debemos volver al trabajo, a la universidad, a la vida cotidiana, debemos volver a la vida misma. Sale a la luz una pregunta que, considero, debemos hacernos en medio de toda esta realidad de retorno a la vida cotidiana: ¿fue la Semana Santa un tiempo para ponerme al día conmigo mismo?

Existirán quienes consideran que la respuesta a esta pregunta debe ser solamente de tinte religioso; frente esta realidad considero que caen en el error que los prejuicios del mismo nombre de esta semana que acabamos de vivir, trae consigo. Si bien partiremos de la experiencia que estos días pasados nos llevó a conmemorar a los creyentes, las respuestas a estas preguntas están inspiradas en la singularidad de cada ser. No debemos ver el “ponernos al día con nosotros mismos” como un proyecto egocentrista o como el resolver aquellas cosas que hacen que la Universidad sea un asunto urgente. Ponernos al día solo puede significar haber hecho un alto en el camino para revisar nuestra vida misma, es haber hecho la pausa del mochilero, quien, a pesar de vivir una vida alegre y llena de recuerdos dentro de su mochila, llegada la noche la descarga para contemplar su cansancio, alegría y dolores. Durante esta semana que pasó recordábamos que el mismo Jesús hacía un “pare” en el camino para vivir el plan que el Padre tenía preparado para él “Abbá, Padre todo es posible para ti; aparta de mí esta copa, pero no sea lo que yo quiero sino lo que quieres tú” (Marcos 14, 36) y con ello reconocer el proyecto de salvación que existía en su persona para la humanidad. Después de reconocer el sentido de ese “ponernos al día con nosotros mismos” considero necesario remediar la deuda que tenemos con nosotros mismos. Ahora entramos en un tiempo conocido como la Pascua, que representa el triunfo de Jesús sobre la muerte y el inicio de lo que consideramos un recomenzar. Así mismo, estamos dispuestos a ponernos al día con nosotros mismos y con lo que hay dentro de cada uno de nosotros. A pesar de que la Semana Santa ha llegado a su fin, podemos tomar un momento para pensar en cada uno de nosotros, para contemplar nuestra vida interior y las relaciones que vivimos a diario, podemos tomar un tiempo para amarnos. Lo anterior nos lleva a preguntarnos, ¿cómo hacer una pausa en medio de nuestras agitaciones? Necesitamos ver la pausa no como un momento de quietud en la nada, sino, como ya lo hemos mencionado, para contemplar la vida misma. Algo que puede ayudarnos en este caminar contemplativo de Pascua es volver a los misterios que hemos recordado durante la Semana Santa y que quizás pasaron de largo: la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Al mirar el amor que se hacía presente el Jueves Santo, es necesario cuestionarnos en torno a qué calidad de amor tenemos entre nosotros, y, al mismo tiempo, la calidad de servicio en bien de los demás. Necesitamos tomar y abrazar nuestra cruz diaria uniéndola a la de Jesús, que se traduce en nuestra forma de afrontar los problemas de cada día, como recordábamos el Viernes Santo: ahí estuvo clavada la salvación del mundo. El sábado en la noche contemplábamos la fuerza del amor venciendo el odio, la muerte y la oscuridad con la resurrección de Jesús, frente a esto podemos preguntarnos qué es aquello que me da fuerza para seguir en búsqueda de mis sueños y anhelos. Solo nos queda la invitación a seguir viviendo estos días de Pascua y la vida misma (entendida como un recomenzar diario en el avanzar de la madurez), como la oportunidad perfecta para meditar, contemplar y descubrir lo que hay dentro de nosotros en torno al amor, los problemas y la esperanza. Nuestra sociedad, y, en especial nuestra comunidad universitaria, necesitan urgentemente saldar o resarcir la deuda que cada uno tiene consigo mismo.